Leyendo algunas noticias encontre este interesante articulo sobre el potencial de los medios virtuales como herramienta de accion para el desarrollo de las propuestas ciudadanas.
CONTRACORRIENTE
Nuevos medios y libertades ciudadanas
Farid Kahhat
27 Ago. 08
Desde la "Telepantalla" en la novela "1984" hasta la "Psicohistoria" en la novela "Fundación", la literatura clásica en ciencia-ficción solía asumir que el desarrollo científico serviría al propósito de predecir y controlar la conducta de las personas
Desde esa perspectiva, las tecnologías de las comunicaciones y la informática estaban destinadas a convertirse en instrumentos de control político sobre los ciudadanos.
A contramano de esa tendencia, "Neuromante" de William Gibson fue una de las primeras novelas del género que vislumbró el potencial libertario de esas tecnologías: el "ciberespacio" (término que acuña Gibson en esa novela), constituía un mundo virtual en el que las personas podían ejercer su libre albedrío sin cortapisa alguna.
Esas tecnologías facilitaron además la coordinación a nivel internacional de formas de acción colectiva sin precedentes (desde las protestas de 1999 en Seattle durante la Conferencia Ministerial de la OMC, hasta la realización simultánea en más de 100 ciudades de manifestaciones contra la guerra de Iraq en Febrero del 2003).
Por ejemplo, el que Barak Obama decidiera dar a conocer el nombre de su compañero de fórmula presidencial a través de un mensaje de texto que sus seguidores recibieron en su teléfono celular, no fue un producto del azar. Fue más bien un tributo a la relevancia política que han adquirido esas nuevas tecnologías. Por que gracias a ellas la campaña de Obama ha tenido un éxito inusitado en recaudar fondos, sin recurrir para ello a los grupos de interés tradicionales: siguiendo el precedente establecido por Howard Dean en las elecciones pasadas, Obama logró establecer a través de internet una red de pequeños donantes que abarca un millón y medio de personas.
Pero como previera el propio Gibson, el escaso control que los Estados ejercen sobre el ciberespacio hace de este un lugar propicio no sólo para el ejercicio de la libertad individual, sino también para llevar a cabo una amplia gama de actividades ilegales (desde la venta de pornografía infantil hasta la coordinación de atentados terroristas, pasando por la evasión tributaria).
El problema no es sólo que las tecnologías de las comunicaciones y la informática pueden servir los fines del crimen transnacional organizado. Es también que su potencial libertario, siendo real, padece de límites inesperados.
Las recientes olimpiadas de Beijing han sido un patético ejemplo de ello: contra lo ofrecido por las autoridades chinas para obtener la sede, el acceso a internet de la prensa extranjera fue severamente restringido. Según el periodista Andrés Oppenheimer, el Gobierno chino emplea a miles de personas cuya misión en lo esencial consiste en "navegar" el ciberespacio para identificar y bloquear páginas de internet cuyo contenido considera lesivo a sus intereses.
En honor a la verdad, esa no es una práctica privativa de los regímenes autoritarios. Por ejemplo, la cadena de televisión Al Jazeera ha sido objeto de múltiples formas de hostigamiento por parte de Gobiernos democráticos: desde los "Hackers" oficiales que sabotean su página de internet, hasta los intentos legales en los Estados Unidos por amedrentar a las compañías de cable que emiten su señal, pasando por el bombardeo "accidental" de sus sedes en Kabul y Bagdad por parte de la aviación estadounidense.
Pero el Gobierno chino ha apelado además a una táctica que no por ser más sutil y astuta, resulta menos siniestra: es la de emplear el afán de lucro de las empresas de medios e informática como instrumento de presión.
En pocas palabras, las empresas de esos rubros deben someterse a las condiciones que impone el Estado chino si desean operar en ese país. Y puestos en la disyuntiva de elegir entre un mercado de mil 300 millones de personas que crece a un 10 por ciento anual, y lo que podríamos llamar su "responsabilidad social corporativa", dichas empresas optan por inclinar la cerviz y sacrificar esta última.
Así, por ejemplo, la señal de CNN Internacional desaparece del aire en China cuando la cadena transmite noticias sobre ese país. Peor aún, servidores de internet como Google y Yahoo han aceptado convertirse en informantes del Estado chino, delatando a los usuarios que acceden a páginas que este último considera "subversivas".
A su vez, la información obtenida por esa vía ha sido usada como evidencia en juicios que han culminado con la condena a penas de prisión de los ciudadanos involucrados.
Cual víctimas de un condicionamiento pavloviano, estas empresas capitalistas terminan convertidas en instrumentos dóciles del Partido Comunista chino. La escena es tan surrealista, que amerita concluir con Ripley: es verdad, aunque usted no lo crea.
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